La mayoría de la gente juega a la lotería con la esperanza de transformar su vida de manera rápida y radical. En Centro de Psicología Extremera Sánchez se explica a nuestros pacientes que detrás de este comportamiento hay ilusiones, sesgos cognitivos y necesidades emocionales que hacen que el juego sea atractivo, incluso cuando las probabilidades de ganar son mínimas.
Expectativas comunes al jugar a la lotería:
- Sueño de cambio radical: La gente imagina que un premio puede resolver problemas económicos, dar libertad o cumplir grandes sueños.
- Ilusión compartida: Muchas veces se juega por tradición o por participar en un ritual social.
- Esperanza y fantasía: Comprar un boleto activa la imaginación: “¿qué haría si me tocara?”.
- Supersticiones y rituales: Elegir números “especiales” (fechas, lugares, números repetidos) genera la sensación de control, aunque sea ilusoria.
Lo que dice la psicología al respecto:
Sesgos cognitivos:
- Sesgo de disponibilidad: recordamos más fácilmente a los pocos ganadores que a los millones de perdedores.
- Ilusión de control: creer que elegir ciertos números aumenta las probabilidades.
- Sesgo optimista: pensar que “algún día me tocará” aunque las probabilidades sean ínfimas.
Motivaciones emocionales:
- Esperanza y escape: la lotería ofrece una vía de escape de la rutina o de dificultades económicas.
- Participación social: jugar puede ser más un acto de pertenencia que de apuesta racional.
- Refuerzo intermitente: aunque se pierda la mayoría de las veces, pequeños premios mantienen la conducta.
Riesgos psicológicos:
- La ilusión puede derivar en conductas problemáticas si se convierte en hábito compulsivo (ludopatía).
- El exceso de expectativas puede generar frustración y decepción recurrente.
Mar Extremera, directora de nuestro Centro de Psicología nos explica que la lotería funciona más como un vehículo de esperanza y fantasía que como una inversión racional. Y que la atracción está en la ilusión de control, la pertenencia social y la posibilidad de un cambio radical, aunque las probabilidades reales sean mínimas. Sin embargo, actividades creativas, sociales o de aprendizaje generan una ilusión más sostenible y realista, con beneficios seguros para la autoestima y la motivación.
