RESPONSABILIDAD y ELECCIÓN

jaula
En muchas ocasiones nos encontramos en consulta con personas que han perdido su capacidad para tomar decisiones acerca de su propia persona, es como si su vida llevase un camino que es el que les ha tocado vivir, en lugar de vivir la vida que quieren. En este sentido podríamos hablar incluso de indefensión aprendida; ante la sucesión de la vida han aprendido a no responder, asumen que la vida es así “de mala” que no pueden más que esperar a que llegue el siguiente acontecimiento negativo sin poder hacer nada al respecto. Durante la terapia estos pacientes se sorprenden de la posibilidad de elección y cuando llegan a la consulta tras haber dicho o hecho algo que les correspondía como derecho, entonces emerge la persona que tienen escondida. Generalmente han aprendido que decir o hacer aquello que quieren supone una actitud desafiante ante los demás, sin embargo con el paso de las sesiones se dan cuenta de que ser ellos mismos y hacerlo con seguridad (pero sin agresión), con serenidad y con honestidad, les ayuda despertar a la persona que tienen dentro, a ser ellos mismos.
El hecho de no tomar las riendas de nuestra vida nos invita a culpar a los demás de los acontecimientos (generalmente negativos) que se van dando, no obstante, si nos responsabilizamos de nuestra vida tomando decisiones y asumiendo las consecuencias que se derivan de ellas, seremos más libres en la elección y nos sentiremos satisfechos en el resultado, incluso aún siendo éste negativo porque mi vida será como yo he decidido que sea y entonces también podré optar libremente por otro camino.
Indudablemente el presente es el resultado de las decisiones que tomamos en el pasado y el futuro (dentro de una hora o una semana) será lo que decidamos hoy, de ahí la importancia de liderar nuestra vida, tomar las riendas responsabilizándonos de las consecuencias y no implicar a los demás, a la mala suerte, al paso del tiempo, al azar o incluso a dios de lo que nos está pasando; cada uno es dueño de su vida para actuar en libertad.
Mar Extremera Sánchez
PSICÓLOGA

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